El origen de mi Cat Café: de una idea frustrante a un sueño hecho realidad
La primera vez que oí hablar de un Cat Café fue durante un viaje a Singapur. Me pareció una idea genial: un lugar donde tomar un café rodeado de gatos. No podía esperar para visitarlo y vivir la experiencia en primera persona. Pero cuando llegué, me llevé una gran desilusión.
El Cat Café que visitamos era, en realidad, una pequeña pastelería con una "pecera" llena de gatos. El sitio no me disgustó, pero sentía que había algo que no encajaba. La experiencia me pareció incompleta, como si los gatos no fueran realmente el centro de atención. Además, me resultó frustrante porque iba con mi hija de cinco años y no le permitieron la entrada. Para ella, que ama a los gatos, fue una decepción enorme.
Deseando de compensarla, buscamos otro Cat Café y encontramos uno mucho más pequeño, pero donde sí permitían la entrada de niños. Fue una experiencia mejor, pero aún así, me quedé con la sensación de que algo faltaba. No sentía que estos lugares realmente dieran prioridad al bienestar de los gatos, ni que ofrecieran una experiencia completa para los visitantes.
Fue entonces cuando empecé a pensar cómo sería un Cat Café ideal. Un lugar donde los gatos fueran los verdaderos protagonistas, donde los clientes pudieran conectar con ellos y donde la atmósfera fuera realmente acogedora, tanto para personas, como para felinos. Soñaba con un espacio donde las personas no solo fueran a tomarse algo, sino que también aprendieran sobre los gatos, sus necesidades y la importancia de la adopción responsable.
Aquel viaje a Singapur sembró en mí la semilla de lo que, con el tiempo, se convertiría en mi propio Cat Café. Un espacio donde cada detalle estuviera pensado para que la experiencia fuera realmente especial para todos: gatos y personas. Un sitio que no solo ofreciera un buen servicio, sino que también tuviera un impacto positivo en la comunidad felina.
¡Convertir esta idea en realidad no fue nada fácil!, pero cada obstáculo y cada decisión me llevaron a crear el Cat Café que soñaba. Ahora, cuando veo a nuestros gatos felices y a los visitantes disfrutando de su compañía, recuerdo aquella primera experiencia en Singapur y sé que valió la pena reinventar el concepto.
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