domingo, 23 de marzo de 2025

Abandonment has many forms




Abandonment has many forms


Abandonment has many forms. It’s not always the person who, without remorse, leaves their cat on the street or drops them off at a shelter with the excuse of not being able to care for them. There is an even sadder, more unjust kind of abandonment: that of elderly cats who, after a lifetime of love and companionship, are left alone when their human dies.


It breaks our hearts to see a cat, used to the warmth of a home, to the rhythms of the household, to the voice and affection of their human, left waiting in vain. First restless, then confused, and finally in a painful silence. Because cats feel absence too. They don’t understand death the way we do, but they understand that someone who was their whole world is no longer there. And they search. And they wait.


And when someone finally decides to “solve the problem,” it’s rarely done with the care and tenderness these cats deserve. In the best-case scenario, they are taken to a shelter. In the worst, they are abandoned on the street — with no understanding that a house cat doesn’t know how to survive out there. They don’t hunt, they don’t defend themselves, they don’t understand the cold of the outdoors. And the saddest part: the older they are, the less wanted they become.


Senior cats in adoption programs are the forgotten ones. Kittens get adopted in the blink of an eye. Young adults still have a chance. But a cat that’s ten, twelve, fifteen years old… who adopts them? And yet, they are the most loyal, the noblest, the most grateful.


At El Salón de Mi Casa CAT CAFE, we refuse to look the other way. We will not allow our cats to end up abandoned. When someone adopts from our CAT CAFE, they don’t do it just out of excitement. They do it with responsibility. We require every adoption to include a designated “heir of the bond” — someone who commits to caring for the cat in case the original adopter passes away or can no longer look after them.


But we also know life is unpredictable. And that goodwill is sometimes not enough. That’s why, as a last resort, we take responsibility for every cat adopted through us. If a cat adopted from our café is left without a home, they come back to us. Not because we want them back — but because we want to guarantee their well-being until the very end.


It hurts to see how many senior cats are left with no one. How many are discarded when they need us the most. Every story of a loyal cat ending up in a cage or on the street weighs heavily on our hearts. But in our CAT CAFE, that’s not going to happen.


If you’re looking to adopt a cat in Bilbao, if you truly want to give a feline a home, come and get to know our philosophy. Here, adoption is not a transaction — it’s a lifelong commitment. Because a cat is not an object or a whim. They are a companion, a member of the family. And their love does not deserve to be orphaned.


Adopt responsibly. Because their story should never end in abandonment.


Marta RO

UNA LUCHA DISCRETA Y HEROICA

 



Los queremos. A todos.

A los perros que nos reciben con la cola batiendo como una bandera de alegría.

A los gatos que nos miran desde el silencio, como si supieran más de la vida que nosotros.


Este no es un post, es un grito suave, pero dolido, de aquellos a los que no se les escucha.


Vivimos en una sociedad que ha hecho avances inmensos en el reconocimiento del valor emocional de los animales. Y nos alegra. Nos emociona ver cómo la gente se moviliza, cómo exige leyes más humanas, cómo luchan por que los perros puedan subir al metro —como se comentaba esta misma semana en los medios— para que un jubilado no tenga que hacer kilómetros de vuelta andando con su perro enfermo en brazos, o para que nadie tenga que gastar una fortuna en taxis para llevar a su animal al veterinario.

Nos emociona también ver la respuesta social ante temas como la limitación de antibióticos: una sociedad que se organiza, que protesta, que quiere cuidar. Todo eso está bien. Es necesario.

Pero mientras todo eso sucede, mientras peleamos por mejorar la vida de los animales que ya tienen hogar, ¿Quién se acuerda de los que no tienen nada?

¿Quién piensa en los gatos callejeros, solos, sufriendo en silencio? 

¿Quién piensa en el miedo de una colonia entera cuando aparece un perro sin correa?

¿Quién recoge el cuerpo del gatito atropellado o atacado?

¿Quién llora por ellos?

La respuesta está en muchas mujeres. Mujeres con nombre propio y alma cansada. Las llamamos “las locas de los gatos” en voz baja, pero su verdadero nombre es RESISTENCIA. Son cuidadoras de colonias felinas. Son ángeles anónimos que cargan kilos de pienso cada noche, que pagan con su propio dinero operaciones, medicinas y eutanasias. Mujeres que llegan a casa después de su trabajo, exhaustas, y salen otra vez al frío con una linterna y un saco de pienso, porque hay seis, ocho, diez gatos esperándolas entre los arbustos.


Y luego, el dolor.

El dolor de ver que uno ya no aparece.

El miedo a encontrarlo hecho pedazos por un perro descontrolado.

El vacío de saber que nadie va a investigar, que no hay justicia, que no hay ley que lo proteja.


Hablamos mucho de convivencia, pero convivir no es solo permitir. Es respetar. Es reconocer que no todos los animales pueden compartir todos los espacios, porque algunos, simplemente, no sobreviven al intento.


No es odio, es amor a los gatos.

A esos gatos silenciosos, invisibles, por los que pocas veces se lucha, aunque vivan cerquita de nosotros.

Porque ellos también son familia.

También son parte del barrio.

También tienen derecho a vivir sin miedo.







Y mientras no tengamos leyes que escuchen a todos, no podremos hablar realmente de convivencia. Porque una ley justa no es la que contenta a todos, sino la que protege especialmente a quienes más lo necesitan, sin excluir a nadie.

Este artículo es para ellos.

Y para ellas.

Para todas esas mujeres que, sin pedir nada, lo dan todo.

Que hacen de su vida una lucha discreta pero HEROICA por unos gatos que tal vez nadie conozca, pero que ellas aman con toda el alma.

Y para todos los gatos que se fueron sin que nadie escribiera por ellos.

Hoy lo hacemos.



Marta RO. 

domingo, 16 de marzo de 2025

EL LEGADO DE LOS INVISIBLES: la realidad de los mayores.




Chula. Nuestra última incorporación.



El abandono tiene muchas formas. No siempre es el de quien, sin remordimientos, deja a su gato en la calle o lo lleva a un refugio con la excusa de no poder atenderlo. Hay un abandono aún más triste, más cruel por su injusticia: el de los gatos mayores que, tras una vida de compañía y amor, se quedan solos cuando su humano muere.


Nos parte el alma ver cómo un gato, acostumbrado al calor de un hogar, a los ritmos de la casa, a la voz y las caricias de su humano, se queda esperando en vano. Primero inquieto, luego confundido, y finalmente en un silencio doloroso. Porque los gatos también sienten la ausencia. No entienden la muerte como la entendemos nosotros, pero entienden que alguien que era su mundo ya no está. Y lo buscan. Y esperan.


Y cuando finalmente alguien se decide a “solucionar el problema”, rara vez lo hacen con el cariño que merece. En el mejor de los casos, lo llevan a una protectora. En el peor, lo dejan en la calle, sin comprender que un gato doméstico no sabe sobrevivir fuera. No caza, no se defiende, no entiende el frío de la intemperie. Y lo más triste de todo: cuanto más viejo, menos lo quieren.


Los gatos mayores en adopción son los grandes olvidados. Los cachorros se adoptan en un abrir y cerrar de ojos. Los adultos jóvenes aún tienen oportunidades. Pero un gato de diez, doce, quince años… ¿quién lo adopta? Y sin embargo, son los más fieles, los más nobles, los más agradecidos.


En El Salón de Mi Casa CAT CAFE, no podemos mirar hacia otro lado. No vamos a permitir que nuestros gatos acaben abandonados. Cuando alguien adopta en nuestro CAT CAFE, no lo hace solo con la emoción del momento. Lo hace con responsabilidad. Exigimos que cada adopción contemple un heredero del vínculo, alguien que se comprometa a cuidar del gato si su primer adoptante fallece o ya no puede atenderlo. 


Pero sabemos que la vida da muchas vueltas. Que la buena voluntad, a veces, no basta. Por eso, en última instancia, nos hacemos responsables de los gatos que han salido de aquí. Si un gato que ha sido adoptado con nosotros se queda sin hogar, vuelve a nosotros. No porque queramos recuperar gatos, sino porque queremos garantizar su bienestar hasta el final de su vida.


Nos duele ver cuántos michis mayores se quedan sin nadie, cuántos son descartados cuando más nos necesitan. Nos pesa en el alma cada historia de un gato que, tras años de lealtad, termina en una jaula o en la calle. Pero en nuestro CAT CAFE, eso no va a pasar.


Si buscas adoptar un gato en Bilbao, si de verdad quieres darle un hogar a un felino, ven y conoce nuestra filosofía. Aquí la adopción no es un trámite, es un compromiso de por vida. Porque un gato no es un objeto ni un capricho. Es un compañero, un miembro de la familia. Y su amor no merece quedar huérfano.


Adopta con responsabilidad. Porque su historia no debe acabar en el abandono.


Marta RO

domingo, 2 de marzo de 2025

EL REAL “DECRETO DEL DEMONIO” por Carmen Ituarte Zarraga


 

EL REAL “DECRETO DEL DEMONIO”

 

Recientemente he tenido noticia de la entrada en vigor de una normativa que afecta y mucho a nuestro admiradísimo colectivo veterinario; en concreto el Real Decreto 666/2023, que regula la distribución, prescripción, dispensación y uso de medicamentos veterinarios.

La normativa introduce el sistema PRESVET, que obliga a los veterinarios a notificar cada prescripción de antibióticos al Ministerio de Agricultura. Además, prohíbe la venta directa de medicamentos en las clínicas veterinarias, limitando la dispensación a las farmacias.

El colectivo de veterinarios se ve por ella atado de pies y manos; parece que cada paso que dan en este sentido, ha de ser comunicado al Ministerio de Agricultura. ¿Por qué a éste? Porque los veterinarios no son “sanitarios” oficialmente, además de que entre sus “pacientes” están incluidos no solo nuestros peluditos caseros, sino también los animales de granja.

Cuestiones como prescribir un antibiótico y no notificarlo en el sistema PRESVET; administrar un antibiótico de amplio espectro a modo de urgencia sin esperar a los resultados de un determinado cultivo… pueden suponer sanciones que van desde los 60.000 euros hasta el millón.

Según parece, los veterinarios podrán seguir administrando antibióticos pero -sin importar su criterio y experiencia- ,no uno de amplio espectro sin haber realizado antes un cultivo bacteriano determinante. Cultivo cuyo resultado puede demorarse hasta siete días.

La segunda parte de este despropósito es que los veterinarios no pueden dispensar “tres pastillas” o la dosis que estimen necesaria. No. Se ven obligados a remitirte a la farmacia donde, lógicamente, tendrás que comprar toda la caja, de veinte, treinta o cincuenta comprimidos.

Esta historia ya se ha cobrado la primera víctima, la perrita gallega Jack murió por tener que esperar al resultado del cultivo, cuando su veterinario tenía bien claro qué antibiótico y qué dosis administrar para combatir la infección que sufría.

El colectivo se ha alzado en pie de guerra, ¡normal! Cuando las decisiones de su maravillosa profesión -vocacional, sin duda-, que es curar y salvar la vida de animalitos domésticos, se ven limitadas y cuestionadas por una normativa que pretende… No tengo ni idea qué y, lo peor, tampoco estos profesionales lo saben.

Este próximo 5 de marzo veterinarios de toda España van a manifestarse frente al Ministerio de Agricultura, en Madrid, a las 10 a.m., exigiendo la derogación de esta incomprensible normativa.

Como CAT CAFE de Bilbao, nuestro apoyo incondicional, solidaridad, agradecimiento y malestar van con vosotros. Los gatos, es verdad, tienen siete vidas; pero nuestros veterinarios han salvado más de esas siete no en pocas ocasiones. Gracias mil por vuestra impagable labor.

 

Por Carmen

 

 

Historia del Gato

  Historia del gato El vínculo gato-humano podría haberse iniciado hace casi 10 mil años, nada menos. Aunque parece ser que el primer ga...